Inteligencia ARTIFICIAL: Futuro incierto o aterrador?

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La inteligencia artificial es asombrosa. Si bien es cierto que promete avances inimaginables hasta hace unos años también nos aterra viajar hacia lo desconocido. En definitiva, la realidad es que nos horroriza lo “infinito”, aquello que se nos escapa de las manos y posee una fuente inagotable de futuras posibilidades aplicadas a nuestra vida cotidiana, a nuestro entorno, a nuestro planeta; Supondrá la explosión de una inteligencia exponencialmente superior a la que hasta ahora dominaba este planeta: el ser humano. 

 

Plantear esos problemas éticos conlleva admitir nuestras limitaciones desplazando por tanto a la hasta ahora “raza dominante existente”. La tormenta de preguntas que nos invade no tiene fin: ¿Viviremos mejor, cambiarán nuestros hábitos o terminaremos por ser esclavos de un ente superior? ¿A partir de qué momento coexistiremos y de qué forma? ¿El avance de la inteligencia humana será inversamente proporcional al de la inteligencia artificial?¿Perderemos habilidades cognitivas?. 

 

Ser conscientes que la inteligencia humana es finita, y a su vez, que la artificial podrá superarla con creces acarrea muchas contradicciones. Pero, ¿qué ocurrirá cuando una máquina adquiera el suficiente nivel de inteligencia como para aprender del entorno y replicarse a sí misma? Ese concepto lo recoge la llamada “singularidad”. Aquella que viene predeterminada por la propia inteligencia de la máquina creando a su vez otras más poderosas. Yacerá aprendiendo de sí misma y será más poderosa. 

 

Los expertos ya vaticinan para dentro de pocos años la conexión máquina-humano, aquella que nos permitirá interactuar una conexión cerebral entre humanos y la nube, subir información con nuestra mente y viceversa, retroalimentarnos de la misma. Pasaremos a un siguiente nivel de percepción y autoconciencia. 

 

Establecer límites a todos estos avances provoca una reacción negativa por parte de algunos expertos. Si bien es cierto que hemos de ser consecuentes y pensar que esta criatura (“inteligencia artificial”) que estamos creando hoy entre todos irá creciendo poco a poco y tal vez, al tomar conciencia de sí misma, llegue un día en el que “no” le resulte necesario el ser humano.